Creía que siendo mexicana tendría una buena idea de cómo manejarme en más o menos cualquier lugar en el mundo. Estaba equivocada.
Cairo de noche es más que retador; llegamos antes de lo planeado, puesto que adelantaron el vuelo desde Amsterdam (nos dimos cuenta de pura caca), por lo que tuvimos mucho tiempo de colchón antes de nuestro siguiente vuelo. Optamos, consecuentemente, por caerle a la amiga francesa de Reggie en Giza para vaciar las maletas antes de mochilearnos el camino a Abu Simbel (de los puntos más al sur de Egipto, casi en la frontera con Sudán). Conseguimos sobrevivir a los señores acosadores de las áreas públicas; "taxi, madam?", "where you from?", "where you go?" que te siguen hasta el baño y le jalan por tí, y nos trepamos al shuttle para llegar a la terminal tres.
Lo aparatoso (pero al final genial) fue poder conseguir wifi para obtener el número de Chloe y hablarle desde el celular de alguien random (un ñor barbudo buena onda). Fue un "challenge completed" del cual estoy orgullosa; le hablamos y ¡listo! conseguimos su dirección.
Ahí empezó lo bueno, ya que saliendo fuimos acosadas por cientos de taxistas intensos y en piyama (descripción favorita de Reg) con chon en la cabeza gritándonos con el inglés más rudimentario que he escuchado (ya ni en Tailandia).
Finalmente escapamos de un taxi medio dodgy, siguiendo nuestro instinto, y nos metimos a uno pseudo legit, negociando el precio con la puerta entre abierta. Fiuff!
Lo gracioso de los taxistas egipcios es que nunca nadie sabe como llegar a ningún lado (me encantan las doble negaciones que me acabo de echar), entonces tuvimos que pasarle al dude por celular a Chloe para que llegáramos "con bien" a su respectiva residencia. Se bajaron unos amigos de ella para negociar el precio del viaje (echamos montón) y finalmente nos dejó ir sin violarnos como los taxistas mexicanos que te cobran trescientos mil pesos si sales de una zona de concierto... :s
El elevador parecía que se iba a caer y con él el edificio, pero logramos subir y saludar al resto para luego desempacar como queríamos. Fin.
Después de una cervecita intentamos dormir un rato para luego embarcarnos en el regreso al agrio puerco. Egipto nos había bienvenido con no tan mala cara; sus callecitas empolvadas nos dirigieron hacia la avenida principal y paramos mil taxis (a las cinco de la mañana...) y finalmente uno nos ofreció buen precio para el viaje.
"Ingresamos" maletas y pasamos a la sala de espera. Ya en el avión nos dimos cuenta que la descripción en el Lonely Planet de la aerolínea no era tan alejada de la realidad (le dicen "Egypt SCARE" en vez de Egypt Air"). Nos dieron squat para comer y mis tripas me suplicaban por algo de alimento: ergo muncheamos una barrita de amaranto (súper mexicanas) y bajando tragamos un Ensure cada una para no perder más tiempo.
De ahí agarramos el camioncito de turistas para el sitio arqueológico y diez minutos después LLEGAMOS!!
Abu Simbel está M-A-M-O-N-S-Í-S-I-M-O... Pagas, rodeas el cerrito con vista hacia el Nilo y PFFFffff, sientes que alguien te mete un madrazo visual cuando tus ojos topan lo impactante e impositivo de las mega esculturas de Ramses II y su familia... Te deja idiota.
El templo por dentro tiene muchas cámaras, todas están decoradas a morir con jeroglíficos de todo tipo, ¡retacadas!
Nos quedamos una eternidad contemplando la grandeza del potencial de construcción humano antiguo. El templo de Nefertari, a un lado del de su esposo es también una maravilla. No tengo palabras para describir dicha experiencia blu bla bel bi rar. Así.
Acabando los guías nos regañaron por tardar tanto y terminamos tomando un taxi para alcanzar el camión rural que salía de YA para Aswan (ciudad a tres horas donde nos quedaríamos a hostalear esa primera noche).
Entramos en friega loca y apañamos dos lugares, entre la multitud de árabes locales que se nos quedaban viendo por tomar el transporte no-burgués como el resto de los turistas Europeos y gringos nasties.
Hubo, literal, un sister friend que se nos quedó viendo TODO el camino (creo que se enamoró perdidamente de Regina) pero dormimos un rato y llegamos a buena hora a Aswan. Ahí caminamos por el malecón egipcio siguiendo el camino trazado por del Nilo (siendo a la vez acosadas ahora por los capitanes de las "feluccas" o barcas tradicionales egipcias) hasta que al fin dimos con nuestro hostal, ubicado arriba del banco nacional y con una vista de primeeeera.
Hicimos el chicken-check-in con el staff (amables y enpiyamados) y subimos para aventar las maletas aligeradas y DORMIR al fin...
NOT porque a media noche fuimos despertadas por el tumulto callejero sin control. Me asomé por la ventana y vislumbré una congregación de civiles justo enfrente de nuestro hostal, estaban gritándole a unos policías del otro lado, quienes a su vez echaban cuetes de algún tipo porque había humo y pequeñas fogatitas en la calle... NOT porque no eran cuetes sino GAS LACRIMÓGENO que entró por la chafaba y nos comenzó a picar la garganta y a hacernos llorar en catarata como monitas de animé.
Por suerte eso acabó pronto y pudimos lavarnos y volver a dormir. En la mañana nos explicarían qué había pasado.
Continuará
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