sábado, diciembre 01, 2007

El cromo en el cronos


Todos nacemos con una gran susceptibilidad al ambiente; somos un menjurje de ideas que cíclicamente absorbemos y regurgitamos de vuelta a la atmósfera a través de diversos orificios. En lo personal, creo que esto no difiere de lo relativamente aceptable; la personalidad es algo muy amorfo y dependiente del tiempo; es una plastilina que se va forjando conforme a lo percibido en un cierto lugar/espacio y con las interacciones respectivas a un grupo de individuos circundantes. La personalidad a la vez va modelándose mediante la creación de diversos puntos de vista que son tanto espontáneos como flogísticos y se somatizan en acciones que, una vez linealmente homogeneizadas (para ser apreciadas en retrospectiva) se engloban bajo el término de “carácter”.

¡Ay! ¿Pero qué es esto? ¡Ja! Es el breve e incoherente preludio al más nuevo debraye de este blog, el espacio olvidado y un poquito empolvado que sigue oxidándose en vestigio de un pedazo de esa cosa que llamamos pasado… nostálgico es el estado de ánimo con el que escribo hoy (a lo Yoda).

Yo ya soy una persona un poquito más diferente a la persona que fui ayer, que a la vez fue y es más distinta de aquella del antier y al revés (¿?) al igual que todos ustedes (toda Natalia Lafourcade), pero sobre todo este cambio inevitable se lo debo en gran parte a la escuela en la que actualmente me encuentro insertada como lego por voluntad propia: la ENAP.

Vaya educación visual que he tenido, últimamente me he visto un poco más atenta hacia el panorama mexiquense, en el transcurso del ir y venir desde y hacia Xochimilco voy captando visualmente mis alrededores como una niñita viciosa saboreando un helado Butterscotch de infinitas bolas… pero con un volante en la otra mano.

“AGUAS GÜERITA!!!!”

Claro está que esta actividad trae a la vez consecuencias negativas por parte del prójimo afectado, consecuencias que son altamente ensalzadas con verbos en decibeles altos. POR EHEMPLO:
El darle besitos automovilísticos a los de enfrente (los cuales reducen tu economía en vez de aumentarla curiosamente: es como 14 de febrero invertido), o el quasi-atropellar (en efecto dominó) al elenco del perpetuo espectáculo callejero de tráfico en hora pico, es decir; a los chicleros, a los traga fuegos, a las vende piñas y especialmente a los compadres que se te suben en el parabrisas para enjabonarte tu uni-lente de coche sin consentimiento alguno de tu parte. Este descuido visual bifurca en el que se “espume” tanto el ñor del jabón (por haber casi “morido” como resultado de tu distracción repentina) así como la ñora de atrás, que se esponja a la vez porque NO AVANZAS aún cuando el semáforo sigue en rojo.

Yo ya no me enojo, más bien me encojo en mi asiento pensando en lo cómico que resulta el suponer que gran parte de la población defeña fuese daltónica o cuando menos muy indecisa/impotente cromáticamente hablando.

Por algo en las películas gringas las escenas de “Mecsico” sale nuestra patria con filtro café… simulando smog y más smog. Lo mismo pasa en los mapas mundiales: en América, México sale cafecito... somos un país de colores aditivos que nos son indistintos. ¡Qué me importa si el coche era verde o azul! Me chocó por algo ¿No? PRECISAMENTE

Se han hecho estudios científicos demostrando que dependiendo del tipo de color (en contraste “carreterescos”) se facilita o dificulta la captación del mismo, a una debida velocidad. Ergo, eres más susceptible a chocar si tu coche es plateado-daft-punk a que si es rojo.fast.and.the.furious. La elección es suya, hermanos: color por seguridad no tanto por estética.

Pero todos estos detalles nos valen y no debería de ser así. Se desaprovecha a diario tanto color… es fácil dejarse llevar por el flujo colorístico una vez hecho conciente (sin necesidad de estupefacientes ni lentes calidoscópicos o luces de antro setentero).

Bueno, cabe mencionar que el color en sí no “está” en los objetos como tal, es una variación de frecuencias de onda que se manifiestan a manera de reflejos de luz captados por los glóbulos oculares humanos y traducidos en las distintas franjas de la bandera gay así como sus debidas combinaciones ramificadas (ya decía yo que había algo raro en el monito de los Lucky Charms; “at the end of the rainbow, there’s only cornflakes”).

Todos vemos los mismos colores? ¿Cómo sabemos que mi rojo, el rojo que se me ha enseñado como tal no es tu azul? Si siempre los hemos visto y reconocido como tales, ¿Cuál es la manera de hacer dicha distinción?

Realmente no es para frustrarnos y ponderar sobre estos asuntos en noches de insomnio evolvente… irónicamente todo es blanco y negro en la oscuridad DUUUUH.

Pero a lo que voy es que no siempre ponemos la atención debida al momento en el que nos encontramos y todo aquello que lo hace especial, fuera de la rutina, fuera del hastío escolar, fuera del cerrar los ojos en clase de geometría por sueño…

Fuera del pasto que no me fumé al escribir esto; vale la pena abrirle los ojos al mundo de manera distinta cada día, cada servida de cereal, cada encendida de coche J siempre hay algo en que distraerse, pero no en exceso porque los taxistas son altamente peligrosos. (De hecho choqué la semana pasada con un gordo que se puso bastante colorido por los dos centímetros de depresión en su FEEEEOOOO vochito dado al queso)

Anywhooo son anécdotas, luego escribiré sobre taxistas.

1 comentario:

Larissa Ruiz M. dijo...

jajaja as requested... sigo leyendo tu blog que es digamos... GRANDE jajaja no molestes a los defeños, somos la pura onda yyyyy mi coche es una especie de gris perla verdoso :(