Yo, en lo personal intento proyectar mis últimos quehaceres en los tubos fluorescentes; en este caso apareció entre vistazos luminosos el recuento de una serie de hechos vacacionales recientes que bien cabrían en el género de la hecatombe.
Flashback:Después de semanas de mudanza y limpieza de un depa al que en realidad nunca llegué a llamar "hogar" caí en un vértigo de melancolía impusado por la decadencia de mi situación veraniega, por lo que decidí hacer algo al respecto; ergo, para levantarme las sonrisas jalé al despistado de mi novio a un viaje con rumbo a Veracruz. Empaqué 7,000 shorts, (de los cuales usé 1) 2,3 playeras + varios litros de bloqueador (go figure) y llegué a casa del susodicho compinche-forzado de viaje a cuestas del río automovilístico que llamamos: periférico.
El plan en primera instancia era caerle a mi estimada amiga Fridita a su residencia en Coatepec, pero como ya me odia por seguirla a todos lados y su baño repetinamente se convirtió en fuente explosiva: kaputt! valió mutters el plan A.
Sin embargo, puse a mi google-family-search-engine personal, AKA mi padre a buscar familia por los rumbos y casualmente dimos con 2 tías que podían hospedarnos. Esto, por otro lado fomentó una especie de experimento científico maligno (muahaha) de mi padre que consistía en que nosostros, sus conejillos de Indias, restableciéramos enlaces con aquellas compañeras consanguíneas de la infancia que protagonizaban tantas anécdotas de sobre-mesa...
Habiendo asegurado alojamiento Dan y yo emprendimos el viaje en Garbus (el gran vochito) PERO a casa de Joaquín, un amiguito del Dan... de ahí nos subimos a un Fit rojito y ahora sí encarrilamos calcetines a la aventura! -El buen Joaco nos ofreció ride y compañía, ya que él iba también a Veracruz a visitar familia como le es usual- btw. Entonces éramos 3 y no 2 los viajantes :)
Pseudo-estrenamos carretera y pasamos por toda una gama de verdes que envolvía sutiles cascos de hacienda en el pintoresco paisaje... bello bello y yo me emocionaba como perrito viajero viendo por la ventana esa parte del México que me era desconocida hasta ese momento.
Los otros dos emitían escasos comentarios, más bien como que se alimentaban de sus silencios mutuos tragando pavimento visual. "Tranquilamente".
Pasamos brevemente a Perote por unas tortas de jamón serrano en una especie de cabaña extraña donde las bolsas de sabritas estaban curiosamente empolvadas. Salí un poco enchilada.
Finalmente, después de errar varias veces en cuanto a la geografía llegamos a casa de la madre de Joaquín y fue ahí donde probé por primera vez el famoso "torito": alcohol de caña saborizado sabiamente, con textura como de rompope pero (en este caso) sabor cacahuate, yum yum. Fue ahí donde diplomáticamente estipulamos que nos quedaríamos un par de días en casa de la tía del buen Joaquín por cercanía al centro de Xalapa y demás.
Al entrar no pude más que fijarme en la estética hogareña de una genuina casa jalapeña pintada de ROSA, pero en serio! y lo mejor del caso es que las paredes estaban tapizadas con cuadros de uno de mis maestros de dibujo de primer semestre, (digamos que el más polémico y extravagante) que pasó a mejor vida hace apenas un año: el buen maestro Esparza AKA "El Divino".
Crucé miradas con el loro de la casa y salimos a dar un paseo.
Casual --------------Back in da hospital----------------------------
-Pero ¿qué es lo que tenemos aquí? es meramente una costrita, ahorita te la arranco-me dijo la doctora, mientras le comentaba casualidades causales de la chamba a una de sus colegas predilectas: mi madre.
-Nooooooo, chequen con lupa, ¡les juro que es algo que se mueve!- intercedí, un poco inquieta, tratando de salvar mi propio pellejo en la mesa de auscultación.
-Tendremos que llamar al otro Dr., no veo muy bien de qué se trata esto- completó la doctora frunciendo el ceño un leve desconcertada.
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Llegamos al Ágora, un espacio que, como en tiempos de los griegos (según recuerdo de mis clases de historia en filosofía y hierbas) era una plaza y pública para ese respecto: ta-rá! con la excepción de que, en Xalapa el ágora da hacia un Italian Coffee jajajaja en el piso de abajo.
Disfrutamos de un café comercial y bastante "EQUIS" mientras mirábamos al resto de la ciudad desde un punto de fuga espléndido. Me empezó a subir por los poros una sensación de enamoramiento hippie por el panorama; todo era tan verde!
Fuimos por unas copas a un bar underground llamado algo como "el submarino", en donde cagadamente la pared nos anunciaba "no es el changarro el que está mal, es la calle" (no cito porque me demandan y tengo Alzheimer) ya que, efectivamente estaba como de bajada el asunto. Nos acompañó una italiana amiga de la mamá (casual) del Joaks que curiosamente pedía pizza en todo lugar a donde íbamos (quizá era una especie de masoquismo o experimento personal)... random.
El lugar estaba salpicado con adornos muy extraños bajo luz negra: en un lado tenía artefactos medievales de varios tipos y del otro pedazos de instrumentos musicales de cuerda. Ah! y de nuestro lado había un graffiti de una chela caricaturizada junto a una bicicleta. Wow! Realmente me sentía en onda bohemia jalapeña; toda una estética alternativa de provincia del este.
Luego, para mantener la pose de niños buenos regresamos a casa de la tía para ser (yo) arrullada por la intermitencia de los ronquidos de mi Danielito.
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-Sí, efectivamente es una garrapatita, ¡y una viva para esto! ve cómo mueve con euforia sus patitas- narró con voz de locutor de programa erótico el señor que acababa de entrar al consultorio, mientras sujetaba una lupa de las que te regalan en Office Depot cuando compras nosécuántas plumas.
Yo mientras me murmuraba para mis adentros algo como -No shit, Sherlock!-
-¡Qué bueno que se fijo doctor! mis lentes cada vez me sirven menos- respondió la amiga de mi madre.
-Ahora tendremos que proceder a ahogarla con algún tipo de solvente, o ¿nos queda alcohol? con esto de la influenza estamos un poco cortos- anunció el sisterfriend mientras contemplaba dicha información en su celular (seguramente consultando el oráculo de Wikipedia).
Yo me quería morir pero no sabía si escoger: de la risa, o en serio.
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Al día siguiente despertamos cómodamente tarde, desayunamos con la tía un poco de huevo con tocino y café NEEEEGRO como la noche, mientras caía sobre nuestras espaldas el peso de la mirada de los protagonistas de las pinturas del maestro Esparza. También el loro nos observaba juicioso.
-¿Cómo se llama el perico?- preguntó Dan con una bocanada de curiosidad.
-Perico-
Llegó Joaquín con la misma playera del día anterior (al igual que nosotros), y con los cabellos inclinados hacia el horizonte salimos el trío de vagos hacia Veracruz, tras arrancar el coche rojizo (¿o era: arrancándole lo rojizo al coche?).
Fueron un par de casetas de "vasto cariño" sobre una recta aceitunada con rumbo al tan legendario puerto de Veracrú. Al arribo nuestro estiramos las patas sobre un piso no tan caliente como lo hubiésemos esperado:
-No está tan caliente- afirmó Joaquín habiendo confirmado su hipótesis al notar la falta de transpiración en su frente.
Yo más o menos me imaginaba que mi mal karma intenvendría en dicho asunto, pero no dije nada para evitar otorgarle más cinismo a las faenas del zurdo y siniestro señor Murphy.
Pasamos a la plaza de Armas a echar la "cheve" en un restaurante frecuentemente visitado por la familia de nuestro guía. Probamos unas congas y el famoso mint julep en lo que el sol preparaba su parrilla de medio día... tanto el alcohol como el calor iban matizando el escenario hasta volverlo quasi-impresionista, pero nosotros seguímos entrándole a los quesitos y camarones ofrecidos por vendedores que deambulaban entre las mesas de la terraza.
-Qhuierehunrelouhmujuahoh?- nos decían algunos en un dialecto pesquero arrugado
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-¿Cómo se llama el caballo?-
-Caballo-
Cenamos una preparación bastante vegetarianosa(sic) y de cosecha personal de la tía Gaby escuchando sobre los beneficios del ayunar, puesto que mi tía se encontraba en el séptimo día de su ayuno (planeaba vivir de agua hasta el décimo quinto día). Me recordó una canción de Dave Matthews que va algo así:
Driving through the desert I met a man, who told me of his crazy plan. He'd been walking there for 20 days. He was going to walk on, for 20 more . I said: "How about a drink or a bite to eat?". He said: "No, my faith is all I need". So then, save me Save me mister walking man. If you can.
No es exactamente lo que estaba haciendo mi tía, porque no nos lo cantó con guitarra como en musical, pero según yo viene un poco al caso.
-Es una cuestión de desintoxicar el cuerpo. Con el ritmo alimenticio que llevamos hoy en día no le damos chance al organismo para desechar aquello que no nos sirve, más bien como que vamos acumulando y acumulando- nos explicó Gaby - También uno se va dando cuenta de cosas de su propia vida, te van cayendo veintes al romper el ritual, el ciclo, porque mucho de lo que vivimos está basado en lo que comemos. Entonces es así como uno toma perspectiva sobre su rol en este mundo-
Los 3 quedamos atónitos, por respeto más que nada, pero también porque no había conocido ese lado un poco más "en contacto" con el tipo de prácticas cotidianas no tan científico-positivistas como aquellas de mi familia más cercana.
-Wow Xal, ¡tienes una tía hippie que no te habla en binario!- me decía Fridita en el regreso.
-Sí, creo que de ahí lo saqué... ya no me siento tan oveja negra; acabamos de encontrar el eslabón perdido de dicha tira genética de aquellos que compartimos el mismo ADN- contesté cómodamente sacada de onda y tomando en cuenta que mi tía también es zurda, elemental mi querido Watson.
Acabando de cenar, la chica "adjunta" de mi tía nos llevó al terreno de mi otra tía al lado de la casa (donde llevaban al caballo a pastar) para ver una cabañita donde nos podríamos quedar en dado caso que nos naciera el sentimiento temerario/aventurero, ya que el lugar no tenía ni luz. Pasamos por un puente colgante sobre un pequeño río coqueto que dividía la zona en dos; todo estaba muy al natural todavía y se podía vislumbrar entre las copas de los árboles casas como salidas de "Los pitufos" o algún otro cuento-caricatura fantástic@. Había luciérnagas bonitas que nos alumbraban contentas el camino.
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-Tranquila hijita, ya casi sale- me confortaba mi madre acariciándome la cabeza.
-Una patita a la vez, ahí se quedó una enterrada... no, ya la tengo- narraba el doc muy entretenido con su nuevo hobbie de momento.
-Ya que se acabeeeee- me gritaba mi reflejo en el vidrio de la repisa de medicinas. Yo sentía como se estiraba la superficie de mi piel con cada piquetito, pretty nasty I'd say.
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Decidimos quedarnos otra noche en casa de la tía de Joaquín, porque el regreso al hogar paradisiaco de Gaby estaría muy macabro bajo el manto nocturno de Xalapa, y más en carretera, ya que pensábamos pasar a algún bar de salsa esa noche. ¡SALSAAAA!
Poco nos imaginábamos los desfortunios(sic) que nos depararía el destino en pocas horas...
Terminamos de ver el partido de México vs Costa Rica tomando mojitos de $16 (que sabían a jugo de pasto adulterado, mejor dicho). Debo decir que me emocioné con el penal que metió Carlos Vela, a quien amo perdidamente (es de mis gustos busted, como leer a Stephen King) a pesar de que Frida siempre me reclama siempre con las mismas palabras:
"Está bien pinche feo", tan linda ella... la niña.
Salimos en busca de un mejor lugar donde bailar un poco y nos acordamos de una recomendación de mi tía: un bar llamado "La Muerte Chiquita". Entonces subimos todo el callejón del diamante (que estaba grotescamente vacío y muerto y desolado) y pasamos calle tras calle encontrando todo con letreros de "cerrado". Frida y yo manteníamos callado nuestro miedo emitiendo comentarios de muy baja calidad, hasta que escuchamos en una de las casas por las que pasamos un:
-¡¡¡¡¡¡¡SSHHHHHHHHTTTHPSSSSSHHHHJJJJJJHHHHHTSSSSSSS!!!!!!- de una ñora con tubos en la cabeza que casualmente también estaba armada con una escoba. Nos reímos un poco por la rareza del acontecimiento al mismo tiempo que apretamos el paso para alcanzar rápido a los machos viriles del grupo (not).
Joaquín empezaba a sacar a relucir ese pesimismo webérrimo que lo caracteriza en cuanto al "encontrar cerrado el lugar y haber subido tanto en vano", por lo que Daniel puso cara de Suizo neutral y me preguntó que si quería seguir. Yo, en cambio apreté mi órgano de la perseverante necedad y prolongamos la caminata otro poco hasta que...
-¡LLEGAMOS!-
Era nada más y nada menos que un bar alternativobohemiounderground con música ad hoc y jalapeños planchados y vestidos de colores lúgubres. ¡Yaay! por miedo a mi gastritis nefasta de tequila pedí una cuba campechana y me aguanté los comentarios de "eres fresa, pero en serio" de mi querida Fridita.
La decoración era otro pex; stencils en blanco y negro de líneas fluyentes como de estilógrafo inmenso, caricaturas con ese toque que está de moda en revistas como picnic y luces verdes por aquí y por allá. Era toda una atmósfera fuera de lo típico jalapeño, el bar de un rockstar de provincia.
Tras escasos tragos y una discusión sobre libros épicos como LOTR, GC y HP regresamos por la pendiente de bulevar que nos llevaría entre las eventualidades hacia el coche rojo. Llevamos nuevamente a Fridita a su casa e intentamos maniobrar el regreso tal y como lo habíamos hecho la noche anterior por Coatepec, sin embargo:
-¡Tut tut! "Oríllese a la orilla güerito"- nos anunció la no-tan-silente sirena de la que probablemente era la única patrulla del condado. Por lo que hicimos caso oportuno y suspiramos un gran "FUCK" entre las intermitencias de azul y rojo que alumbraban nuestros rostros de vulnerabilidad citadina.
-"Acaba de pasar la última cuadra en sentido contrario, ahí está la flecha amigo, ¿no se dio cuenta?"-
-No oficial, es que no somos de aquí y el cambio de dirección fue muy súbito, usted ve-
-"Hay que fijarse más, pero como está siendo razonable no habrá que complicarnos. ¿Tomó usted algo esta noche?"-
-Sí oficial, pero solamente un par de cervezas. Le juro que no me fijé-
-"De favor acompáñeme a la delegación"-
FUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUCK
Manejamos con la cola entre las patas esperando nada menos que un encuentro con el corrupto uso de la ley de nuestro país versión provincia del este. "No puede ser" iba pensando, "esto va a estar bueno". Checó el "doc" al Joaco y terminó calificándolo como con grado 1 de etanol, por lo que el &%%#$%$#&%$"!!! de "don Eusebio" y su pandilla quedaron con la custodia del coche y nosotros tuvimos que treparnos a un taxi de madrugada.
Terminamos sintiendo una especie de culpabilidad restregada por ser malos ciudadanos jóvenes, pero por suerte Frida e Ivonne nos acogieron como perritos desamparados y pasamos esa noche en su casa.
Al día siguiente desayunamos a lo en familia con Chabelo compartiendo la expresión de tristeza y la flojera de lidiar con trámites policiacos pa' recuperar al hijo secuestrao'.
Ivonne nos contó sobre un incidente que había llevado al padre de Frida a una circunstancia similar con la ley: al haber olvidado poner la palanca de velocidades a su coche, éste fue víctima de la inercia gravitacional causado por una calle en declive, por lo que bajó dos cuadras hasta quedar estorbando enmedio de un tope en una calle de sentido contrario. -¡Y lo apañaron!-Reímos un poco al no sentirnos tan únicos en ese respecto.
Recogimos el coche, pagamos con nuestro $$primogénito$$ cada quien (metafóricamente habando) y Daniel fue a dejar a Joaquín a Xalapa. Yo, por el contrario decidí pasar un rato con las Ortega, quienes me llevaron a comer a Xico en donde recientemente había pasado lo que se conoce como "La Xiqueñada", que es una pamplonada o san-miguelada pero en aquel pueblito de Veracruz.
-Todo Veracruz se reúne ahí, veas las diarreas que les da a los gringos por tanto mole y aguardiente- nos había comentado la tía de Joaco con una risita traviesa.
Comimos unas enmoladas deliciosas y probé la famosa "Morita" (alcohol de mora) y terminé con un torito de almendra para cerrar con broche de oro. Luego nos reunimos con Dan en el jardín botánico "Fco. Javier Clavijero" donde paseamos lenta y emocionadamente para curarme la resaca sentimental por tan gacho desenlace del día anterior. Jugamos con una pelotita que me encontré por ahí y nos picaron 7 especies de mosquito en las piernas y en el borde de mis calcetines. Me deprimió un poco ver lo sucio del río adyacente, pero me subió el ánimo correr por los pastos cual Julie Andrews en éxtasis.
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-Muy bien, ahora es cuestión de checar si te voy a recetar algo porque a Thalía le dio Lyme por picadura de garrapata- me anunció la doctora, emocionada.
Se metió a internet y mi madre y yo tomamos asiento, yo trataba de apoyarme de ladito.-Sí, es probable que te dé o Enfermedad de Lyme, Ehrlichiosis, Fiebre Manchada de las Montañas Rocosas y/o tularemia. Te voy a dar antibióticos y pastillas para el dolor-
Genial, era lo último que me faltaba para completar mis vacaciones from hell: paquete completo. Ahora no podría ni tomar frutas fermentadas como la fauna africana que vi en National Geographic; esos dudes sí que saben echar la party a lo salvaje, literal.
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Nos despedimos Dan y yo para luego regresar a la locura de la casa de mi tía con la cabeza pesada por tanto pensamiento negativo. Dormimos inmediatamente y despertamos como a medio día, sin ganas de nada, sin prisas pero con la esperanza de mejorar la aventura de cualquier manera.
Pensamos en ir a la playa, Ivonne nos había recomendado una reserva UNAM con pájaros exóticos no muy lejos de Xalapa rumbo a la carretera a Veracrúz que se conocía como "La Mancha". Con la esperanza de un nuevo día en mente empacamos toallas y salimos a Xalapa por Joaquín. Ahí hubo cambio de planes, puesto que la madre de nuestro host no aprobaba el plan, por ser ya un poco tarde: "no aprovecharíamos el día al full".
Entonces optamos por visitar "El descabezadero" (escrito: descabesadero), que era un río turístico de buena fama y no muy lejos de otro pueblito llamado Naolinco, que podríamos explorar más adelante para comprar el chocolate que hace tan famosa a dicha región. El plan era soñado.
Bajamos todo un cerro con escaleras evolventes al corto precio de $25 por cabeza hasta que nos topamos con el afluente que nos maravilló desde el primer encuentro; era un listón acuático cautivador, de claridad impactante que se encontraba aborrascado de vegetación celosamente adherida a las paredes de piedra por un lado y por el otro la selva nos susurraba sigilosa a penetrar lo profundo de sus confines. WOW.
Nos desvestimos con impaciencia loca (oh see) hasta quedar en harapos de Tarzán, bueno realmente sólo quedamos en traje de baño y lo hicimos tan torpe y lentamente como pudimos. Pero lo intenso aún comenzaba; cruzamos el río salvaje con sólo una cuerda atada a lo transversal que se acarreaba indefensa ante la fuerza unidireccional de la imperdonable corriente de agua.
(Estuvo super leve, la neta, pero me emociona echarle salsa a la hipérbole para hacernos sonar dignos de un soundtrack de Indiana Jones)
Traspasamos hojas y ramas sobre un suelo lodoso, trepamos escalones enraizados y llegamos al otro lado mojados de la emoción (con agua de río... ¡jesús!). Ahí había una especie de poza utópica por donde la corriente fluía tranquila, más bien como que nos acariciaba la piel. Daniel se aventó desde una roca a lo más hondo con un grito de macaco atorado y me dio tanta risa que no pude más que seguirle el paso. Joaco dudó un poco más el arrojo propio, como poetizando el drama de la hipótesis, pero no tardó en caerle también a la chorcha acuática.
Nadamos los tres sanándonos el mal de ojo a chapuzones infantiles, pero luego nos ganó la curiosidad de más por lo que el Dan y yo nos adentramos en lo frondoso de la escena para perseguir el juguetón hilito de río que se escapaba entre las piedras y la maleza del fondo.
-¡Ah!, ¡no vayas a tocar esa planta porque me picó la mano, la bitch!-
-¡Ah! Hija de la &%$, me dio en la espalda-
-Y lo peor es que de ese lado hay un pasaje a este mismo lugar por el pastito, ¡qué brutos!-
Regresamos con la inocencia innecesariamente incendiada a nadar otro ratito a la pocita anterior, luego nos movimos a la siguiente y al saciarnos regresamos por la cuerda al otro lado ondeando cual banderas sobre el río. Subimos la colina y la sonrisa nomás no se me borraba de la cara.
Nos comimos unas tortas de tortilla de papa que nos había preparado la buena tía mientras emPAPÁbamos los asientos del coche con nuestros traseritos-encaminados a seguir la aventura rumbo a la siguiente parada: Naolinco, pueblo de chocolate. Yahoo!
Tomamos un camino de terracería que, según nos habían dicho, nos llevaría directo al grano y sin apuros. Pero Dan, mi querido Danielito, de la emoción ignoró lo inestable del terreno y avalanzó el fit cual chivo montañés embistiendo topes y vados sin perdón alguno. Pedimos instrucción a unos locales joviales que nos dirigieron de regreso a la carretera "por ser mejor ruta", entonces accedimos. Pasamos a la gas por un refill de tanque (deunvez) y nos atendió una señora amable que con la misma gentileza que nos sirvió "lleno de magna" nos señaló que ¡estábamos chorreando todo el aceite del coche como si no hubiera un mañana!
FUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUCK
Daniel le había dado en la madre al cárter cual piñata y vació el contenido en récord de tan solo 5 minutos. Fue una verdadera suerte celestial el haber regresado a la PEMEX... de habernos agarrado así Murphy en pleno Sahara veracruzano hubiéramos llorado y mucho. De todas maneras tenía ganas de derramar poquitas lágrimas por dentro.
No lo podía creer... le mandé un mensajito a Frida para anunciarle nuestra mala suerte y me consoló con risitas textuales de incredulidad.
Por suerte un gasolinero caritativo nos vio en estado de papaya y le puso una embarrada de silicón para altas temperaturas a las grietas felices de la barbilla del Fit. No pudimos más que esperar a la grúa del seguro horas y horas.
Yo quería morir, para revivir y morirme otra vez, pero en vez me puse a leer a Kerouac en un islote de pasto debajo del letrero de Cualli entre arbustos peluqueados con forma de animales de la sabana. Sólo se veían colinas de verde a lo lejos y nosotros atorados enmedio de la nada picándonos los ojos mútuamente. NAOLINCO HERE WE NOT COME, AMIGO.
Pocas veces he estado nefasteada a lo grande, ésta fue una de ellas. Tratamos de dibujar un cómic en la libreta que me cargaba entre llamadas forzosamente calmadas entre Joaquín y su madre. Dani me abrazaba tratando de subirme los ánimos con esa cara de niño recién despertado que le reclama Ivonne cada que lo ve.
Pasaron segundos, minutos y horas con la lentitud de un Neo-Orlandés de Mc Donald's atendiendo tu pedido a velocidad de cetáceo: "Wooouullddd'yaaa liiikeee suuumm frriiieeeesss wwwiiittthhhhh yyyyeeerrrr dddessspeeerraatttiiioooonn???"
Hasta que por fin vimos destellos de amarillo acercándose a nuestro sitio de inmunda amargura que se combinaba con el charco de aceite en el piso. ¿Será la grúa? nos había crecido barba imaginaria de hermitaño y teníamos pies de hobbits pero la alegría surgió de la desdicha como en tiempos bíblicos cuando finalmente subieron el coche a la plataforma elevadiza de dicho sagrado vehículo de rescate.
ALELUYA! sonaron las campanas de locura y nos trepamos en uno de los rides más extraños que he tenido de regreso a Xalapa.
Sacamos lo útil del rojito por segunda ocasión en 2 días y cubiertos de toallas, paraguas, bolsas y libros llegamos en taxi a casa de la tía de Joaquín como desertores reivindicados. Salimos consecuentemente a cenar a la fondita de la esquina y habiendo tan solo cruzado el umbral de entrada escuchamos un estruendo en la cocina: varios platos se habían hecho trizas orquestando una sonata de "Crash, clump plimp y trrrrrrr", cínicamente bienviniendo la mala suerte acarreada por nuestros huaraches.
-Sí, somos nosotros los de la mala suerte, comprobado- reímos todos para no llorar.
-¡Tenemos que hacernos una limpia en Catemaco, PRONTO!-
Llegamos a casa de Gaby Dan y yo un poco tarde, nos bañamos y dormimos cual bebés para soñar con mejores suertes en otros mundos.
A la mañana siguiente decidimos tomarla "light" y aprovechamos un ride del compañero de mi tía a Coatepec. En el camino nos relató sobre su infancia y consecuente juventud en el ejército rondando por el país como ficha de tablero de monópoly; me puse a pensar en los cuentos revolucionarios que me hicieron leer en la prepa... y en todas las diferentes vidas que conforman este país tan caóticamente funcional.
Llegamos al centrito sin reconocer ni papa y compramos una sandía para no llegar a casa de Fridita con las manos vacías. Era eso o un six pack de "ch-v" pero como no servía el baño de las Ortega optamos por la selección original y llena de agua, Andy. Preguntamos por "jardines de Coatepec" y montamos un camioncillo de $6.50 con todo y sandía para sentarnos hasta el final picándonos las panzas en un último intento de pasarla bien.
Tocamos la puerta y tomamos asiento en las sillas verdes que apuntaban hacia la tele, para presenciar la batalla futbolística de Mex vs EU. Probé la "zarzaparrilla" que es como una cerveza de raíz coca-coleada (por color) e inclinamos las espaldas entre cucharadas de sandía y gritos de "GOOOOL". Carlos Vela anotó, obviamente y ¡vaya que celebré! para el disgusto de Daniel.
Salimos a Xalapa a la feria del libro en breve y el par de locas nos dejaron en un puesto de gorditas con la promesa de llevarnos vivitos y coleando de regreso al DF al día siguiente debido a los recientes contratiempos desfavorables.
Comimos junto a un señor extraño que vendía dulces y por alguna razón nos ofreció como 20 veces a cada uno (hasta a las que nos atendían) sin darse por vencido ni retirarse del reto. Finalmente se rindió y llegó con nosotros Joaquín para salir por un último cafecito al primer lugar a donde fuimos: el Italian del Ágora ¡qué bonita elipsis narrativa!
-¿Te das cuenta que acabamos de ir a un café de franquicia decadente teniendo al lado una Parroquia?- le dije a Dan mientras caminábamos de la mano en el regreso a la casa de la tía.
-Sí, pero ya qué. Jajaja- reímos los dos, resignados por el peso de la circunstancia.
Al día siguiente desayunamos como campeones un platón de fruta con yoghurt y otro más con "chilatole", otra cosa que jamás había probado en mi vida. Gaby nos contó sobre su niñez en compañía de mi padre y todos mis tíos haciendo carreritas de coches de latón armados por mi tío Chato "el inventor" y jugando beisból en el jardín central donde convergían todas sus casas... fue extraño escuchar sobre mi pops en otro tiempo, con otras cosas en la cabeza que no fuesen terremotos.
Como llovía a cántaros desenfadados, nos despedimos de la banda Dávila Madrid-jalapeña y salimos hacia la parada del autobús a encontrarnos con las Fridas bajo la sola protección de un mísero paraguas del PRI (un último obsequio de mi tía izquierdista, en broma obviamente).
Nos subimos al auto lleno de maletas y salimos por queso y tortas de jamón serrano entre tragos de jumex "para apoyar el arte mexicano" según Daniel.
Nos tocó un choque inmenso de como 15 coches en carrusel de destrucción, por lo que permanecimos inmóviles una horita y cacho en plena carretera, para acabarla de arruinar. Pero llegamos fielmente a la perdición de ciudad en donde estudiamos, con botellas de alcohol de caña (obsequio de Gaby) y algunos chayotes que cazamos minutos antes de salir, ALIVE AT LAST!.
Pagué una visita corta a las amigas que acababan de regresar de sus semestres de intercambio, ahí mismo en Tepepan donde te pepan ¿sabes? y regresé a donde Dani, para dormir horas junto al Bob Esponja que resguarda su cama. Al día siguiente tomé un "bus" a Crow-Qro-Queretarock para contar esta misma aventura con menos ganas y una muy-bien-escondida garrapatita qué sorprenderme más adelante.
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-Así son las aventuras, hijita- Me recordaba mi madre mientras metían mi trasero al coche de regreso de la clínica.
-Yeah, menos mal que ya estoy en casa y seguramente dentro de un par de semanas tendré que escribir sobre todo este rollo-
-Ahora vamos por tus medicinas y tómatelas todas porque con los antibióticos tienes que ser constante, ¿ok?-
-Sí, mami-
FIN